José de Jesús García: Contadores de Historias

José de Jesús García: Contadores de Historias

Una de las conferencias magistrales que más me han impactado fue una que escuché hace ya mucho tiempo en una reunión de indicadores comunitarios. La frase que me cautivó fue: “Todos somos contadores de historias”. De ahí, fueron alrededor de 45 minutos en los que no recuerdo haber parpadeado. No anoté el nombre de la conferencista, pero si recuerdo que se anunció como antropóloga urbana. Su ponencia nos llevó de la mano hasta comprender que en realidad, todos de una manera u otra, usamos historias para comunicarnos.

Empezó con los académicos. Para poder convencer a sus alumnos, el profesor tiene que construir una historia relacionada con el conocimiento que quiere impartir. La efectividad en esta comunicación hará que los alumnos se interesen, quieran saber más y así aprendan el material. Un alumno que no se interesa en lo que el profesor comunica, difícilmente aprenderá. Los buenos profesores son buenos contando historias.

De ahí pasó a las empresas y al marketing. Si alguien nos quiere vender algo, tenemos que creer la historia que nos cuenta, ya sea directamente o a través de los clientes satisfechos. De una manera simplificada, el marketing es precisamente eso: hacernos creer, por medio de historias, que lo que nos ofrecen es realmente lo que necesitamos.

Contar historias dentro del ámbito político resulta más que obvio. En campaña, todos los políticos tienen que fabricar historias creíbles y seductoras de tal manera que el elector confíe en que las cosas serán mejor si vota por este personaje. En este sector, las historias suelen ser poderosas y algunos políticos repiten sin cesar la misma historia de tal manera que quienes les creyeron en un principio, les seguirán creyendo por mucho tiempo. La clave aquí es encontrar esa historia que los electores están esperando escuchar.

Volviendo a la conferencia en la que se presentó esta charla, como lo mencioné antes el tema era el de indicadores comunitarios. La conferencista hizo mucho hincapié en que nuestro trabajo tendría que centrarse en gran medida en las historias que nosotros podríamos construir con los resultados de nuestro trabajo. Por ejemplo, si un resultado nos indicaba que la migración en la comunidad había aumentado un 20%, nosotros tendríamos que construir una historia con las implicaciones de este crecimiento, por ejemplo, que pasaría con la demanda de servicios públicos, con la contaminación, con la creación de empleos, etc.

Este enfoque de construir historias fue para mí una verdadera iluminación. Con frecuencia, quienes trabajamos con números solemos presentar resultados de una manera fría y muchas veces las audiencias no entienden las implicaciones de los mismos. Esto es particularmente común en el gremio de los economistas. Pareciera que a veces nos comunicamos entre nosotros mismos y, sin una historia adecuada, dejamos a los demás en un mundo aparte.

El concepto de contar historias se puede extender a diversos ámbitos. Las empresas, además de vender sus productos, también se ocupan de vender su imagen ante posibles accionistas y posibles empleados. Es muy común ver que las empresas pretenden proyectar una imagen ecológica y/o de responsabilidad social. Ejemplos de esta prácticas son las frases de “por un futuro verde” o de “para nosotros lo primero son los empleados”. Una historia de éxito bien contada de seguro será atractiva para los externos.

El campo de las relaciones personales no se escapa a esta práctica. La frase “rollo mata carita” tiene mucha sabiduría de fondo. Lo vemos en las relaciones sentimentales, pero también en las familiares y en las laborales. Quien no domina el arte del “rollo”, o dicho de otra manera más elegante, el arte de “contar historias”, se encuentra sin duda en desventaja. No son pocos los casos que hemos observado en los cuales el ascenso en una empresa no va para la persona más capacitada, sino para quien sabe “venderse” mejor.

Las historias son poderosas porque los seres humanos tenemos la necesidad de creer, de confiar. Y esta confianza la gana quien sabe comunicar sus ideas en forma de historias convincentes y creíbles. Los buenos contadores de historias saben cómo convencernos de que la realidad es de cierta manera o de que las cosas habrán de mejorar si les creemos.

Pero quizá las historias que más influyen en nuestra felicidad son las que nos contamos a nosotros mismos. Una misma situación puede ser presentada de varias maneras. Y la manera como percibimos una situación es decisiva para poder enfrentarla. Si hemos perdido un empleo, podemos contarnos la historia de que somos un fracaso y entrar en depresión; o bien podemos decirnos que la organización no necesitaba un perfil como el nuestro y que nuestras capacidades serán mejor aprovechadas en otro lugar.

Todos los días contamos y escuchamos historias. Valdría la pena reflexionar un poco al respecto y hacernos algunas preguntas: ¿Qué tan efectivas son las historias que estamos contando? ¿Cuáles historias estamos escuchando y cuáles historias estamos creyendo? ¿Cuál es el papel que juegan estas historias en nuestro ánimo?

Y sobre todo ¿Qué historias nos estamos contando a nosotros mismos?

El autor es consultor y conferencista en los temas de felicidad, bienestar y calidad de vida

Su correo electrónico es: pepechuy13@gmail.com

Source José de Jesús García: Contadores de Historias