Eduardo Carbajal e Isabel Tello: El Costo Ambiental de las Criptomonedas

La reciente noticia con respecto a la mina de criptomonedas en una escuela pública de San Luis Potosí, seguramente sorprendió a más de uno. El caso insólito, relataba las actividades ilícitas de un grupo que contaba con ordenadores para minar a base de recursos públicos. El caso atendido por la policía cibernética del estado, no representa más que el uso de software, hardware y energía eléctrica para descifrar códigos matemáticos que recompensen en valor de criptomonedas.

Independientemente de los medios empleados, este es un reflejo de la presencia de las criptomonedas en el funcionamiento de la economía actual. El minado, particularmente del bitcoin, se ha convertido en una actividad de alta demanda dados los incentivos económicos que tiene al realizarse y las ganancias que genera. A partir de esto, es relevante cuestionar si ¿los recursos para el minado de criptomonedas son finitos, renovables o al menos, sustentables? Tomando esto como referencia, es interesante calcular los costos y beneficios que genera la minería de criptomonedas, para así determinar las implicaciones y sostenibilidad de sus recursos.

Para poder minar, se requiere uno o varios procesadores de alta capacidad, que permitan descifrar los retos lógicos y matemáticos que requiere la minería de criptomonedas. En ese sentido, entre más alta sea la capacidad de procesador, más probabilidades hay de obtener criptomonedas. Pero a mayor capacidad del procesador, más energía eléctrica requerirán los equipos de cómputo, tanto para procesar como para enfriar los servidores. Y es a partir de ahí que podemos calcular la cantidad de energía que se usa para poder minar y cuánto de esa energía está teniendo un impacto al medio ambiente.

Para calcular estos costos, se propone un método usado por Bailey y Helmy, que se aplica específicamente a la minería de Bitcoin. En este método se comienza por calcular el costo marginal de la producción considerando las implicaciones energéticas, donde las maquinarias emplean alrededor de 3000 a 3500 Watts y el desempeño del procesador en términos de Hashrate los cuales operan entre los 1300 a 2500 MHz. Para ello se toman como dados los costos operativos de la maquinaria, asumiendo que ya se tienen. En segundo lugar, se toman los costos directos de producción utilizando el valor de las máquinas utilizadas, las cuales suelen rondar entre los 10 a 25 mil dólares. Y finalmente, se compone el costo total de la producción incluyendo los factores del costo energético y mano de obra.

A partir de lo anterior es necesario sumar el costo de los ingresos, los gastos de depreciación de la maquinaria y los aspectos administrativos, dividiéndose entre la cantidad de bitcoins obtenidos durante cierto periodo de tiempo. En caso de no partir de los supuestos anteriores, este proceso requeriría de detalles como el tipo de maquinaria, si es propia o de renta para observar la depreciación, lo cual hace altamente variable el monto. Junto con esto se debe tomar en cuenta el costo de energía eléctrica que este proceso representa para el minero, observando el nivel de energía generada por los procesadores.

Esto último, fue sin duda, uno de los determinantes al caso mencionado de San Luis Potosí, ya que la generación de un bitcoin equivale a 143,000 kWh y el gasto de energía generado es excesivamente alto. Y, al tomar como precio de referencia el costo de la electricidad en México para un negocio de alto consumo, esto generaría un costo de alrededor de 400,000 pesos por cada bitcoin. Sin embargo, al considerar que el valor del Bitcoin actualmente se encuentra en 857,335 pesos, es evidente el beneficio que obtienen los mineros al adentrarse en estos procesos.

Tomando en cuenta lo anterior, pareciera ideal en términos monetarios el invertir la maquinaria y tiempo en la minería de criptomonedas. Sin embargo, al retomar el nivel de consumo que genera la producción de cada criptomoneda, resulta inaudito el no tomar en consideración el costo ambiental que tiene la generación de estas transferencias y generación de bloques. Actualmente, el gasto de energía eléctrica es de 204.50 TWh anuales, equivalente a la generación que necesitan países completos. Este nivel de producción energética de alto consumo tiene impactos altamente negativos en los niveles de contaminación mundial, siendo que su huella de carbono equivale a 114.06 metros cúbicos de dióxido de carbono (CO2) al año. Este nivel de gasto excede a muchos otros sectores productivos ya que la minería de criptomonedas tiene una alta proporción de energía proveniente de combustibles fósiles.

Lo que resulta más lamentable en este proceso es, como el gasto de energía transferido a generación de CO2 ni siquiera es tomado en cuenta dentro de las consideraciones de costo-beneficio de la minería de criptomonedas. Creemos firmemente que se debería implementar un sistema de compensación medioambiental, integrando el costo que realmente tiene esta actividad y transfiriéndose al cálculo de los beneficios netos para los mineros.

A partir de esto es que requerimos como sociedad y como inversionistas, una mayor conciencia de los costos no monetarios y las repercusiones que sí tienen en nuestro medio ambiente, el minado de criptomonedas, buscando generar un futuro con mayor conciencia en el uso de los recursos de nuestro planeta.

Eduardo Carbajal es profesor de Economía y Finanzas del Tecnológico de Monterrey. Su correo es edcarbaj@tec.mx. Isabel Tello es estudiante de sexto semestre de la Carrera de Licenciado en Economía, del Tecnológico de Monterrey. Su correo es isabel.tello@tec.mx

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