Los bloqueos de China para contener el peor brote de COVID-19 desde que inició la pandemia han golpeado la economía local y mundial, al estancarse la producción en las principales ciudades como Shanghái y deteniendo el gasto de millones de personas encerradas en sus hogares.
Las restricciones están destinadas a erradicar cualquier rastro del virus en la comunidad, pero también han presionado todo, desde la fabricación y el comercio hasta la inflación y los precios de los alimentos.
El primer ministro Li Keqiang ha advertido repetidamente sobre los riesgos para el crecimiento económico y aseguró que deberían “agregar un sentido de urgencia” al implementar las políticas restrictivas.